Calcuta. Llegaron las primeras lágrimas.

Dicen que en Calcuta se llora dos veces: el primer día y el último.

A mí no me ha tocado llorar el primero… mis lágrimas han tenido que esperarse al quinto día para salir: los domingos por la tarde las monjas organizan unas bonitas sesiones en grupos divididos por idiomas si se puede.

A estas sesiones les llaman «Sharing» (compartir)… y por lo que me han contado cada semana es diferente: unas veces habla solo una persona, otras se enseñan experiencias… no sé mucho más porque ayer fué la primera para mí.

Ayer se hicieron 3 grupos. El grupo en español suele ser el más numeroso, más que el de inglés… y ayer el de chino. Ayer nuestro grupo eramos unos 20 entre españoles y latinos.

Sister Mercy (de origen mexicano) coordinó la sesión y nos preguntó si queríamos contar qué nos había traído a Calcuta y qué estamos recibiendo de Calcuta. Solo los que quisieran hablar, nadie estaba obligado…

… pero todos quisimos hablar!

… Fue tan bonito escuchar!

Los recien llegados solo pudimos contar qué nos trajo aquí. No se viene a Calcuta por que sí… ésto está demasiado lejos.

Escuchar las razones de tus compañeros te ayuda a poner las cosas en su sítio, a darte cuenta de que te sientes identificada con muchos de ellos: enfermedades, rupturas, duelos, fe, gratitud…, y a relativizar.

Escuchar a los que llevaban ya tiempo en Calcuta fué aun mejor, porque ellos hablaron de lo que Calcuta les ha dado… y lo que contaron era tan emocionante que una lo desea para sí. Todos dijeron que eran felices aquí… y la palabra «Gracias» fue la que más se escuchó.

Algunos son tan veteranos que repiten… 2, 3, 8… y 25 años! Todas sus vacaciones y tiempo libre lo gastan aquí. Dicen que se van con las pilas cargadas para un buen montón de meses y que no quieren hacer ninguna otra cosa con su tiempo libre…

Sorprende las edades: algunos recien salidos del instituto, 18 añitos y la mas mayor 75. Y todos lloramos: mientras hablábamos y mientras escuchábamos.

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